Seminario

Recableando a diario la red circadiana en Drosophila 

La investigadora se refirió a los ritmos circadianos de una familia de moscas.


Fernanda Ceriani, doctora en Ciencias Biológicas e investigadora del laboratorio de Genética del Comportamiento de la Fundación Instituto Leloir (IIB-BA CONICET), dictó un seminario para quienes integran el Centro de Investigaciones en Bionanociencias (CIBION).

La científica realizó una exposición sobre los ritmos circadianos de un tipo de mosca conocido como Drosophila. Este insecto pertenece a la familia Drosophilidae y también es conocido como “moscas de la fruta” debido a su costumbre de permanecer cerca de este alimento cuando se encuentra maduro o podrido. Por otro lado, los ritmos circadianos son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas. Estos procesos naturales responden, principalmente, a la luz y la oscuridad, y afectan a la mayoría de seres vivos, incluidos los animales, las plantas y los microbios.

Ceriani explicó que en la naturaleza, Drosophila organiza su actividad alrededor de las transiciones, que ocurren al amanecer y el anochecer, por acción de un reloj interno. En el cerebro este reloj reside en unas 150 neuronas que se comunican a través de neurotransmisores clásicos y neuropéptidos para orquestar la actividad a lo largo del día, anticipándose a los cambios ambientales. 

Si bien todas las neuronas reloj contienen una maquinaria semejante, contribuyen diferente a la red dependiendo de las condiciones. Por ejemplo, un grupo de neuronas laterales ventrales contribuye a organizar la actividad por la mañana (por eso se las llama "células M"), mientras que otro grupo de neuronas laterales organiza la actividad vespertina (por eso se las conoce como "células E"). Si bien cada grupo controla directamente vías de salida locomotoras, estos grupos se comunican entre sí y con otros (por ejemplo, con neuronas dorsales) para coordinar cuándo el organismo debe estar activo y cuándo no, y ajustar el comportamiento a los cambios en el entorno. 

Alan Szlai, Lucía López, Fernanda Ceriani y Nicolás Unsain

Y la científica agregó: “Curiosamente, parte de esa organización temporal de la actividad depende de neuronas reloj que experimentan cambios en la morfología de sus procesos/arborizaciones, cuya complejidad varía a lo largo del día. En algunos casos, esa plasticidad estructural circadiana se acompaña de cambios en la conectividad sináptica, lo cual abre la posibilidad de que este mecanismo contribuya a moldear el circuito a diario de acuerdo a las necesidades”.